El 22 de junio de 1986, cuatro años después del fin de la Guerra de las Malvinas, Argentina e Inglaterra se enfrentaron por los cuartos de final de la Copa del Mundo, en México, en uno de los partidos más recordados en la historia del fútbol.
El escenario fue el estadio Azteca, un coloso con capacidad para 102 mil espectadores, y sobre su césped Diego Armando Maradona escribió el capítulo más memorable de su carrera con la camiseta albiceleste. Anotó dos tantos: La Mano de Dios y el Gol del Siglo.
En los momentos previos al encuentro, el plantel argentino sentía la presión de un duelo que trascendía la cancha. “Uno de los grandes recuerdos que tengo de ese día es el silencio en el vestuario. Habíamos hecho todo lo mismo que en los partidos anteriores, pero al llegar al Azteca fue diferente.
Es más, casi que no hubo música, yo no la recuerdo. Sí el silencio. Nos mirábamos todos. Era una concentración muy especial. Lo de Malvinas se sentía: teníamos que representar a todos los argentinos”, recordó el exvolante Carlos Tapia, en un reportaje del diario Clarín.
La arenga del entrenador, Carlos Salvador Bilardo, también ayudó para crear el clima de trascendencia, de que el partido era mucho más que un encuentro deportivo. “¡Piensen en Argentina! ¡Transpiren y orinen sangre!”.
Las Malvinas estaban en todas partes, era el combustible de los argentinos. “Hijos de re mil puta, la cantidad de argentinos que mataron, la concha de su madre”, dijo José Brown, cuando los equipos salían juntos a la cancha.
Diego Armando Maradona fue el encargado de transformar la rabia en fútbol y alegría para los argentinos.
En el minuto 51, el Diez metió la mano para anticipar al arquero y meter el primer gol. Corrió como loco para celebrar, mientras los ingleses reclamaban estérilmente. «Cuando vi que el juez de línea iba para el medio de la cancha, le pedí a los muchachos, ya que nadie me venía a abrazar, que me abrazaran, que hiciéramos quilombo para que convalidaran el gol», recordó Maradona en el 2005.
«Ellos nos habían hecho un montón de cosas, y nosotros sabíamos que los que teníamos adelante eran ingleses», agregó.
Cuatro minutos más tarde, Maradona demostró que también tenía técnica, además de picardía. Tomó la pelota en el centro del campo y comenzó a eludir a todos los ingleses que le salieron al paso, hasta enfrentar al arquero Peter Shilton.
Víctor Hugo Morales, el relator que también pasó a la historia por la poética narración que hizo del tanto, aseguró que el segundo gol de Maradona “supuso una alegría inmensa y una gran felicidad para todos los argentinos”.
En el minuto 81, Gary Lineker descontó y puso el 2-1 definitivo. Pero ya no importaba. Maradona había entrado a la historia y Argentina caminaba triunfante hacia su segundo título mundial.
