
La titular Presidencial de la Comisión de Transición de Administración Tributaria, Ángela Madrid, recalcó que para finales de abril habían superado en un 120% la meta de recaudación que se habían fijado. Para el cierre del 2015, la titular de la Dirección Ejecutiva de Ingresos, Miriam Guzmán, afirmó que superaron la meta anual en un 5%; razón por la cual se volvió a aumentar la meta de recaudación para el 2016.
Esto nos hace preguntarnos, ¿qué pasa cuando el gobierno recaudamás de lo programado en el Presupuesto General de Ingresos y Egresos? Cuando se supera la meta de recaudación lo correcto es devolver el superávit a los contribuyentes, directamente o a través de créditos fiscales. Es lo justo, y es una práctica que se ha implementado en estados como Colorado, donde su Constitución obliga a devolver todo el dinero recaudado por encima de la meta, y en donde todo nuevo impuesto necesita ser aprobado vía referéndum.
Si las metas de recaudación solo siguen elevándose, irrelevante de si hay una mejora o no
en la calidad de vida de los hondureños, queda en evidencia que en realidad no hay una política fiscal sensata, sino un proyecto de constante y progresivo saqueo institucionalizado; donde necesidades sociales son irrelevantes.
De 42 mil millones de lempiras recaudados en el 2010, el gobierno busca recaudar 80 mil millones en el 2016. Un aumento de un 91% durante los últimos 7 años, que ha disparado el costo de vida y marginado a la mayoría de hondureños que trabajan en la informalidad. Ahora, la única pregunta que queda para el gobierno es ¿cuánto dinero más piensan quitarnos en el 2017?