El chocolate es delicioso, sin duda, pero no es un alimento que pensamos cuando tenemos que dar ejemplos de comida saludable.
Este alimento tan apreciado, es una preparación que incluye el uso de semillas del árbol Theobroma cacao, que pertenece a la familia de las malváceas y es originario de Mesoamérica. Pero entonces, ¿Qué beneficios podemos obtener cuando comemos este alimento divino?
Te hace feliz
Esto no es solo una apreciación: los azúcares y lípidos que contiene tienen el efecto de activar el sistema de recompensa del cerebro: que libera el neurotransmisor dopamina, que nos indica que todo está bien.
También contiene pequeñas cantidades de feniletilamina, una sustancia que actúa como neurotransmisor y que también está relacionado a sensaciones de bienestar.
Contribuye a que te sientas satisfecho
Los beneficios que puedes obtener del chocolate tienen que ver con que lo consumas con moderación, pero también del tipo de chocolate que se trate: el chocolate oscuro es el que contiene más cacao y también menos azúcar.
Hay estudios que muestran que comer una pequeña porción de chocolate oscuro entre comidas (pequeña, dije pequeña), hace que te sientas satisfecho y no te excedas con tus otros alimentos.
Te proporciona nutrientes importantes
Las semillas de cacao en sí mismas contienen carbohidratos, aunque en el chocolate esa cantidad es superior porque se le añade azúcar. De cualquier forma, hay que recordar que los carbohidratos y los lípidos son macronutrientes importantes, que tenemos que consumir, sin excedernos.
Te sientes más alerta y concentrado
El chocolate también contiene cafeína: 100 gramos de chocolate oscuro, pueden contener el equivalente a lo que hay en media taza de café. En el cerebro la cafeína interfiere con la adenosina, un neurotransmisor que regula los ciclos de sueño, así que por eso nos hace sentir más alertas.
Puede ayudar a tu memoria
Además de la cafeína y teobromina, contiene un grupo de sustancias que se llaman flavonoides.
Hay estudios que muestran que estos compuestos pueden tener un efecto neuroprotector en el cerebro al favorecer una mejor irrigación de la sangre: eso puede ayudar mantener o mejorar las funciones cognitivas y la memoria.
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