SAN PEDRO SULA.-Llegó procedente de Tegucigalpa, tenía 21 años de edad. Aparte de las pocas pertenencias que traía, doña Gloria Consuelo Aguilar, cargaba con tres hijos, un varón de cinco meses, otro de siete años y una niña de ocho. La señora se había separado de su esposo.
Al llegar a esta ciudad, una tía por parte de madre la acogió, a los dos años de convivir con ella la sacó de la vivienda junto a sus vástagos. El pecado fue no haber aceptado las pretensiones amorosas de un hombre que su pariente apoyaba.
Al salir de la casa de su tía, desorientada y sin conocer a nadie caminó sin rumbo determinado, llegó a Chamelecón en donde le agarró la noche, cansada y cargando a sus tres hijos se durmió en la acera de una casa. La dueña del inmueble al abrir la puerta vio el triste cuadro y la amparó. La buena samaritana se identificó como doña Ana. En esa casa doña gloria lavaba, aplanchaba, aseaba y hacia los alimentos. Después de dos años dejó a su protectora y volvió a Tegucigalpa, donde permaneció junto a su madre por cinco meses.
Doña Gloria y su regreso
Regresó a San Pedro Sula, los niños se quedaron al cuidado de la abuela. Al poco tiempo de haber llegado logró colocarse en un beneficio de café, ganaba 44 lempiras a la semana por escoger el aromático desde una banda.
Durante su estancia en esa empresa le sopló el oído Carlos Roberto Medina, quien era uno de los cargadores de los camiones que iban a traer el café para transportarlo a otros lugares. Se enamoraron y luego se casaron, de esa unión nacieron cuatro niños.
Después de experimentar su segundo casamiento, doña Gloria pensó que los tiempos malos habían desaparecido, con su nueva pareja convivió 22 años, luego se separaron y con su nueva carga volvió a sentir los aguijonazos que la vida propina.
Al poco tiempo de su separación le dieron trabajo en la municipalidad de esta ciudad, en una entrega de lotes que hizo la comuna, la persona encargada de distribuir el pedazo de tierra en la colonia Brisas del Bosque Número Dos, le adjudicó un terreno en donde junto a sus hijos edificaron una vivienda con pedazos de madera vieja. La casa actualmente carece de piso y varias de las láminas del techo están en mal estado por lo que doña Gloria le solicita al gobierno, a la muncipalidad o personas de buena voluntad una ayuda para poder arreglar su casita, La colonia se ubica sobre la carretera que conduce a la aldea El Carmen.
Doña Gloria que ahora tiene 63 años, ha enterrado a dos de sus ocho hijos, cuatro ya formaron sus hogares y dos conviven con ella, uno de ellos logró graduarse de Bachiller en Ciencias y Letras pero no encuentra trabajo, el otro que si labora, con lo poco que gana le ayuda con los gastos del hogar.
La abnegada madre que en su juventud deambuló y sufrió con sus hijos, logró por medio de la presidenta del patronato de la colonia en donde reside, que la Fundación Unidos por la Vida, que preside el obispo Rómulo Emiliani, le diera la oportunidad para que junto con 24 jóvenes que se encontraban en riesgo social fueran formadas como estilistas en belleza por la instructora Linda León, que imparte sus conocimientos en esta rama hace cuatro años.
Doña Gloria, cuyo nombre es sinónimo de encanto perfección, deleite y satisfacción, está a punto de graduarse como estilista, ella para sus jóvenes compañeras es un ejemplo. La señora de 63 años el cuatro de julio de este año, por parte del Instituto de Formación Profesional (INFOP) y la Fundación Unidos por la Vida, recibirá la certificación que la acreditará como estilista en belleza.
FITO MOLINA
Foto 1 doña Gloria.
La señora de 63 que sufrió muchas adversidades de la vida está a un mes de graduarse como estilista en belleza.
Foto 2 doña Gloria
Doña Gloria seca el cabello a una joven. Ella manifestó que aprendió a cortar el cabello, alisarlo, plancharlo y a maquillar.