YORO, HONDURAS. Dolor, destrucción, daños y vestigios, eso dejó los embates de las tormentas tropicales Eta e Iota, que a su paso se llevaron más, de lo que hace 22 años, arrastró a su paso el huracán Mitch. Así lo cuentan, quienes desafortunadamente han vivido estos hechos.
Honduras, a más de veinte días del primer azote por fenómeno natural, aún recuenta los daños y los afectados recién regresan a lo que, todavía para finales de octubre, era su hogar; mismo, que para muchos, era un sueño de años de lucha y esfuerzo.
Don Juan Serrano, un progreseño que dice haber perdido absolutamente todo, explicó que «no es fácil, aquí se espera un proceso de reconstrucción, pero una reconstrucción que habría que estudiarla y analizarla dónde se va hacer».
El afectado, tiene su hogar exactamente en la colonia Guadalupe, entre el tramo de San Manuel y El progreso, zona que resultó inundada, tras el desbordamiento de ríos por las torrenciales lluvias que dejaron las tormentas.
De acuerdo a ello, el afectado mencionó que la zona, ya no es segura, que se habría convertido en inhabitable, pues, sino se trabaja en medidas de mitigación para inundaciones, cada año o en tiempos de fuertes lluvias, correrán el riesgo de sufrir una nueva inundación.
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Eta e Iota, más fuerte que el Mitch
«Para el Mitch también se inundó, pero esta vez fue peor», comentó don Juan. Además agregó que hay alrededor de 350 familias afectadas solo en dicha colonia y que no hubo una tan sola vivienda que haya salido ilesa de daños.
Hasta el momento, el agua no ha terminado de bajar, no se puede acceder en vehículo y todos los habitantes están albergados en diferentes centros de refugios. Y, pese a que varios están yendo a querer limpiar o tratar de recuperar algún enser, se les sigue dificultando.
Lo anterior, debido a que el agua sigue cubriendo hasta cierto nivel, además de el lodo, que no permite ver ni siquiera, la calle del sector. Lo que, llena de preocupación a los pobladores y piden una reubicación, pues arguyen que esta vez, no pasarán 20 años como cuando el Mitch, para el embate de un nuevo fenómeno del clima.
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