YORO, HONDURAS. Gilberto Miralda Andino, uno de los pioneros de los grupos rancheros que cantaban por las tranquilas calles de San Pedro Sula, allá por los años 70, falleció el pasado 9 de agosto de muerte natural a los 76 años, en Estados Unidos, pero, «El negro», como era conocido, será sepultado este día en su ciudad natal de El Progreso.
Gilberto Miralda, quien nació un 18 de abril de 1944, se dio a conocer cuando cantaba en el recordado grupo Los Norteños. Él y varios compañeros dieron vida a ese grupo que cantó centenares de serenatas a reconocidas familias sampedranas.
“El Negro” cautivó y era admirado por su potente voz y porque no había melodía ranchera que no conociera e interpretara. “En San Pedro Sula no había nadie con el repertorio musical de mi papá. Era rara la canción que no supiera en el género musical ranchero de los años 50-90”, recuerda Alex, uno de sus 13 hijos.
Los Norteños nacieron un 10 de diciembre y su sede era el conocido restaurante El Chetumal, ubicado en la 7 Calle entre 5 y 6 avenida del barrio Lempira. Este era el punto de referencia de toda la sociedad para localizar a Gilberto y Los Norteños. En aquella inolvidable época contratar al mariachi a las 12:00 o 4:00 de la madrugada no representaba ningún peligro ni problema. Por las calles hasta se podía transitar a pie a esas horas.
Una noche mágica para el mariachi
De don Gilberto se conocen muchas anécdotas de su larga y nocturna vida tocando el “Guitarrón” y deleitando con su potente voz las canciones rancheras de esos tiempos. Pero la más renombrada es cuando se encontró con el cantautor mexicano José Alfredo Jiménez, en San Pedro Sula.
Quienes recuerdan la anécdota relatan que el encuentro ocurrió en 1971 en San Pedro Sula. Como era la tradición, José Alfredo Jiménez había llegado a la ciudad a cantar durante la Feria Juniana de ese año y cuando se dirigía al Campo Agas pidió visitar el lugar donde operaban los mariachis de la Cuidad. Por supuesto, lo llevaron al restaurante El Chetumal.
“Por tradición la mayor parte de los artistas de renombre quieren conocer la base de los músicos de mariachis de las ciudades que visitan”, dijo Alex, quien ahora sigue los pasos de su padre.
José Alfredo Jiménez, quien interpretó canciones como “Amanecí en tus brazos, que bonito amor, Pa’ todo el año y Serenata sin Luna”, entre otras, llegó e ingreso al restaurante.
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Como todas las noches allí estaban Los Norteños y los integrantes de otro mariachi de recién fundación, Los Halcones. En medio del ambiente a media luz el también compositor mexicano les preguntó que si tocaban música de José Alfredo Jiménez. Inmediatamente ellos respondieron que sí y comenzaron a cantarle.
Seguidamente José Alfredo se unió y les echó “segunda voz”. En ese momento lo reconocieron. El fortuito e histórico encuentro terminó sin publicidad, pero con abrazos y felicitaciones.
“Esa noche no había mucho mariachi en El Chetumal. Cuando pasaba por el lugar José Alfredo Jiménez pidió bajarse y entró como un desconocido. Mi papá estaba adentro y tuvo el placer de cantarle y saludar a un renombrado cantautor mexicano», refirió su hijo Alex.
“José Alfredo Jiménez hasta se tomó un trago con mi papá y los mariachis. A él le sirvieron un Yuscarán, una bebida que el cantante mexicano llamaba el tequila hondureño”, agregó.
Un ícono sampedrano que traspasó fronteras
Gracias a su potente timbre de voz, “El Negro” Miralda integró y cantó por muchos años en mariachis de Chicago y Houston, donde el pasado 19 de agosto se apagó su voz para siempre.
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