San Pedro Sula.- Los viajes que antes hacían a destinos hermosos de Honduras y el extranjero para conocer sus encantos y a la vez acumular kilómetros de recorrido, ahora los realizan a las zonas donde lo que hay son ruinas dejadas por las tormentas Eta e Iota.
Las chumpas y botas de cuero que lucían para sus “trips” se han quedado guardadas por un tiempo, pues ahora se colocan impermeables y botas de hule para caminar entre el lodo hasta llegar a los lugares en donde la gente lo ha perdido todo.
Llevan bolsas cargadas de solidaridad que resuelven las necesidades más básicas de miles de hondureños que han quedado prácticamente en la calle.
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También reparten platos de comida, tamales y algunas bebidas frías y calientes que hacen digerible la amarga experiencia de quedar en la calle.
Se trata de un grupo de amigos que han encontrado en su club de motocicletas, la mejor manera de proyectarse con los más necesitados.
Se hacen llamar Club BMW Moto Rad Honduras, cuyo aporte comenzó en la emergencia tras el paso de Eta, a principios del mes de noviembre.
Por aquellos días, miles de habitantes de las zonas bajas del Valle de Sula habían sido desplazados por el agua.
Sin embargo, su solidaridad se extendió tras el azote de Iota, cuando la calamidad empeoró incluso en las mismas zonas donde Eta ya había golpeado.
Llevan ya un mes haciendo caridad y todo ha sido posible no solo a sus deseos de ayudar, sino al gran aporte de la sociedad sampedrana, reconocen.
A través de sus propios amigos, piden ayudas materializadas en alimentos crudos, ropa y comida caliente.
Luego se reúnen los miembros del club para empacar las donaciones y preparar raciones que resuelven las necesidades de los damnificados.
No van a los albergues porque ahí es donde se concentra la mayor ayuda. Prefieren palpar la devastación yendo al sitio mismo del desastre, cuenta su presidente, Eduardo Bernhard.
Ayuda en tiempos de crisis
A su iniciativa ahora se han sumado amistades internacionales. World Central Kitchen y el famoso chef José Andrés, es un aliado que esta semana les donó alimentos. Fueron entre 1,000 y 1,500 platos de comidas, dijo Bernhard
Los miembros del club de motos están impresionados con lo que se han encontrado en las colonias de La Lima, El Progreso y los campos bananeros.
Dicen haberse encontrado con un escenario de guerra, con un panorama irreal, como una pesadilla que solo lo puede comparar con una película apocalíptica.
Pero cuentan que les ha sorprendido la actitud de la gente, que a pesar de estar devastada, con el lodo hasta la cintura, se muestran optimistas.
Algunas de las zonas que han visitado, relatan, son catalogadas como peligrosas, pero afirman que nunca han tenido tuvieron miedo.
Prima, afirman, la obligación de ayudar. Les ha servido, agregan, para darse cuenta que hay más gente buena que mala
Aseguran que todas las comunidades devastadas les han impactado, pero reconocen que hay una en particular que ha acentuado sus deseos de apoyar más y más; se llama Guadalupe y es una pequeña comunidad localizada antes de llegar a El Progreso.
Ahí hay no menos de 500 casas, tenían su parquecito, su escuela básica, centro de salud y una Iglesia. Todo quedó sumergido en el lodo, reportan.
Por eso es que ahora les gustaría ver cómo, a través de donaciones, pueden ayudar a levantarla de nuevo.
Ante tanta necesidad, la idea de los miembros del club de motos es no parar de ayudar. Por ahora los viajes de recreación en las extravagantes motos están suspendidos.
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