HISTORIA HUMANA: Patricia Mercado, la artista que alimenta niños en basureros

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Patricia Mercado contó su singular historia y modo de vida para TIEMPO DIGITAL. Su arte va más allá de lo visible.

HONDURAS. En un rincón de la Aldea El Chimbo, Santa Lucía, se encuentra una artista nacional irrepetible. Amante del silencio, es capaz de generar un sinfín de expresiones a través de su talento.

Nadie le enseñó a dibujar mágicos lienzos, pintar murales imponentes, construir piezas preciosas con desechos de vehículos o un par de aritos utilizando decenas de bolsas plásticas. Nació para dar ese fruto.

Quizá usted aún no la conoce, porque nunca se dedicó a buscar notoriedad. ¿Por qué? Ella está en una búsqueda constante de su arte más resplandeciente: ayudar a los demás.

Patricia Mercado, tomó la inspiración del más doliente pueblo hondureño, para ser prolífica en lo que ya traía en sí misma para ser diferente: toda expresión artística.

En una charla que podría convertirse en una reliquia por sí sola, contó a TIEMPO DIGITAL, cómo llegó a transformar tantas vidas, de un modo que sólo ella podría hacer.

Sólo dimos un par de pasos en su morada y, la noble Patricia, nos ofreció algo de tomar. Cuando el agua solicitada llegó, no fue en un vaso común y corriente, sino un bello frasco reutilizado; realmente demasiado digno y demostrativo de la conversación que se avecinaba.

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Maules y bullying: Antecedentes de una artista sin firma

Mercado actualmente tiene 43 años, nació en Tegucigalpa y describe su infancia como la «típica» de una niña que vivió sus primeros años en la década de los setentas.

Jugó en las calles, lanzó maules, giró el trompo y se escapó de la escuela para ir a la quebrada. Se divirtió; mas, desde pequeña se notó que era distinta.

Sufrió de acoso escolar. Se reían de ella; fue una buena estudiante, pero simplemente diferente.

«Mis inquietudes eran diferentes. De alguna manera fui vista distinta porque mis gustos y preguntas, podría decirse, eran un poco extrañas», contó.

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Así nos recibió la destacada artista. Algunos adornos de su cocina están hechos de cucharas y en su pared de fondo tiene un cuadro falso, sólo es el marco y ella pintó la pared. El frasco nos sirvió de vaso. Hay que reciclar.

¿Desde cuándo se dio cuenta que no era como los demás? Mercado detalla en su cronología de vida artística que desde los nueve a 12 años percibió que ella observaba, aún en las cosas más simples, lo que otros no podían ver.

Con el tiempo aprendió a reírse de ella misma y de los problemas para sobrellevarlos, como aquel bullying que la aquejó.

«Me río de las cosas negativas y las convierto en arte. Si alguien se ríe de mí, tengo el placer de dibujar una boca riéndose y ponerle color a eso», considera.

Los años vieron a aquella niña inquieta agenciarse la autoría de murales de pintura, murales de platos rotos, de todo tipo. De igual manera, la ilustración en lienzo de lo que sea que usted pueda imaginar. Y lo que usted no pueda, ella lo habrá pensado, y habrá ingeniado la forma de hacerlo.

No obstante, debido a que nunca buscó fama, la mayoría de sus excepcionales obras circulan por doquier, sin una rúbrica que identifique a su creadora. Mas, quien sea que intente imitar su arte, seguramente no podrá.

La «Casa del Arte»

El recinto de Mercado está justo al subir una cuesta en la aldea antes mencionada. A primera vista, se puede observar un magnífico mural hecho con cientos de piezas de platos rotos.

Los colores de la obra están tan perfectamente balanceados, que creería usted que ni una paleta de colores se vería tan ordenada para el agrado de la vista.

El porche de la vivienda es donde más arte se concentra. Tal vez, porque aquí también es el área de trabajo de las mentes creativas.

Casas rústicas a escala, cajitas con imágenes de tortugas, tablas con pinturas y relieve hecho con electricidad, motos hechas con desperdicios de taller, figuritas hechas con tornillos. Parecía que acabábamos de escabullirnos hacia el sueño más anhelado de un artista.

El piso está forjado de rocas del río. De piedras está hecha la pared del hogar, que los mismísimos hermanos de Patricia elaboraron. Ellos (Óscar Maradiaga y Luis Vidal)  también son grandiosos inventores. Son maestros de obra, y no sólo de los que unen un ladrillo con cemento; son capaces de cualquier cosa.

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Sus productos los suelen exhibir en el Mercado El Mayoreo contiguo al Estadio Nacional los sábados. TIEMPO visitó el lugar donde elaboran las obras maestras.

En la parte de arriba se denotan unas ventanas falsas hechas con estilo añejo, como de la época medieval. Parecía la casa más bonita del señor feudal en aquellos tiempos. ¿Dónde estábamos? ¿Nos teletransportamos al pasado? Parecía…pero todo es posible mediante el arte.

¿Mas, qué significa arte para esta singular hondureña?

Un corazón tan noble, que ni es suyo

Después de entrar y haber visto tanta obra impresionante, parecía importantísimo preguntarle a Mercado, ¿Cuál es la obra, que usted ha hecho, que más le ha gustado? La respuesta fue deslumbrante, pues salió de lo más profundo de su corazón.

Entre lágrimas, Patricia dijo: «A mí el que más me gusta es el arte de ir a los basureros a repartir comida a los jóvenes. A la gente que menos tiene».

Y añadió: «Ser artista es tener corazón, ver el dolor de otros. Hay que inspirarse en algo para levantarse cada día y en Honduras hay mucha inspiración; si los artistas pensaran en el dolor de la gente habrían obras maestras cada día porque hay mucho niños que necesitan ayuda. También, jóvenes y adultos que están en los basureros pero son personas y si uno se toma el tiempo para hablar con ellos, se da cuenta que tienen hijos, esposa, sueños».

Y es que, hasta la definición de arte es única para Patricia Mercado. No es ni por cerca la que aparece en el diccionario, o la que usted como leyente pensaría. Si quiere, analice su propio significado por un instante, y ahora mire lo que considera esta artista catracha.

«Arte no sólo es lo que se mira en un lienzo o en los colores, sino en el carácter de una persona. Uno puede tener piezas de arte en su actitud, que todos los demás pueden ver»,

Otra cualidad de su corazón es la generosidad. La capitalina hace obras desinteresadas para escuelas, iglesias, y talleres.

Muchas veces la llaman para pintar una pared de un centro de educación y sólo recibe la remuneración de un plato de comida y un fresco. Esa es suficiente satisfacción para ella, aunado a ver la felicidad de los niños, quienes alegremente buscan tomarse una selfie con la autora.

Lo que hace aún más destacada su auténtica labor es que es capaz de terminar un mural de varios metros en tan sólo treinta minutos. Ni siquiera hace un boceto, o traza el dibujo primero; pinta de inmediato. Su mente está más allá de lo comprensible.

Por el mismo lado, la protagonista de esta historia considera que ella es rica, pero no de forma monetaria.

«La riqueza no sólo está en el dinero, sino en ver una pieza colocada en un estante de la casa de un amigo, en la pared de una escuela, en un lugar donde todos lo observen. Eso es parte de ser generoso. No todo tiene valor monetario, sino artístico», opinó.

Arte, en TODOS lados

La señorita Mercado no inició pintando en lienzos, o en las pizarras más sofisticadas. Ella relata que, cuando era una niña, no tenía suficientes recursos. Por ello, inició pintando las paredes de su casa. En su vivienda lo que había era paredes, y tomó lo único que pudo.

Lo que ella busca a través de lo que hace, según dijo, es transmitir una idea a los demás de que arte hay en absolutamente todo, aún en lo más cotidiano.

Colocó como ejemplo, que ella ve arte cuando viaja en avión y observa por la ventanilla. De la misma manera cuando observa la naturaleza, o cuando va a los mercados.

Sin embargo, a pesar de que sus manos han sido forjadoras de cientos de proyectos, aún no se siente satisfecha en su rubro.

Inspiración para Jóvenes

Sobre la innumerable cantidad de trabajos que ha hecho, Patricia dice que ha efectuado «un poquito de aquí y un poquito de allá», pero asegura que no puede decir que está dedicada totalmente al ámbito artístico todavía.

«Creo que aún no estoy dedicada por completo porque no me he dado a conocer. No soy alguien que me ando haciendo propaganda a mí misma. Generalmente quien conoce sobre lo que hago son personas cercanas», comenzó diciendo.

Y amplió para decir qué otro aspecto aún tiene pendiente para sentirse satisfecha con los frutos que ella rinde.

«Me voy a sentir realizada cuando inspire a miles de jóvenes a seguir sus sueños, sea cual sea su situación económica y social», subrayó.

Vitalidad del apoyo

Cuando dibujaba sobre los muros de pequeña y decía que sería artista, no solía recibir las expresiones que ella más quería.

Patricia relata que al principio su camino fue difícil, ya que sus parientes no estaban de acuerdo en sus deseos. Tenían el fundamentado razonamiento de que en nuestro país no se aprecia esa área como debería.

Querían ver a Patricia con su casa, automóvil, una carrera y éxito. En su travesía, a pesar de las dificultades, alcanzó todo eso. Ahora, cuando ven en lo que se ha convertido, admiran plenamente lo que ella edifica.

Quienes siempre han creído en ella han sido su esposo, Adoni Mulla, y el hijo que procreó junto a él, Jason Mulla.

«Tengo todo el apoyo de ellos, sobre cada detalle que hago en la casa. Pongo un tornillo y ellos lo admiran y aprecian. Incluso, mi niño cuenta orgulloso que su mami es artista. Me inspiran a seguir inventando», expresó.

La fémina reiteró el valor del apoyo al momento de afirmar que debe haber muchos posibles artistas como ella en Honduras, «escondidos en algún rincón» pero que no se sienten capaces o no tienen el sustento de familiares.

También, ayuda al planeta

La muralista ve el arte reflejado en la flora, la fauna. Todo aquello natural que está en nuestro alrededor. Por tanto, también procura aportar, dentro de sus posibilidades, a la conservación del planeta.

«Amar el arte es amar a la naturaleza. Porque si pinto un árbol que estoy viendo y un año después llego porque quiero pintar ese mismo árbol y ya no está, lo podaron, está seco, o está quebrado. Entonces uno se da cuenta que algo está ocurriendo en la naturaleza», argumentó.

Verbigracia, junto a sus hermanos, «los tres chiflados» como ellos mismos jocosamente se conocen, evitan que las bolsas plásticas y las partecitas desechadas de automóviles se boten y dañen al ecosistema.

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Tres hermanos se han unido para salir adelante, además ayudan al planeta reciclando. Su cantidad de obras es innumerable. De izquierda a derecha: Luis Vidal, Patricia Mercado y Oscar Maradiaga.

Un tornillo, se convierte en el brazo de una figurita. Una balinera toma forma de frutos. Un tubito se regenera en el escape de una moto. Una bolsa plástica sufre metamorfosis con ellos y es, después, el pétalo de una flor. Así, aportan por una Honduras más limpia, con menos basura, y que genera menos daños al medio ambiente.

Para cerrar su participación, Patricia Mercado expresó que cuando Dios la ve, observa lo que ella puede ser y en qué puede mejorar. Igualmente, ella ve algo y cree que puede ser mejor.

«Veo un palo cuadrado y pienso que puedo hacerlo redondo, triangular, con las orillas diferentes o ponerle pintura o metal. La imaginación no tiene límites», concluyó.

Contacto 

Si usted le gustaría comunicarse con Patricia para algún pedido relacionado a su arte, ella está más que dispuesta. Asimismo, lo están sus dos hermanos. Así que, la disponibilidad de «los tres chiflados» está más que garantizada.

Patricia Mercado: 3259-1668

Óscar Maradiaga: 9924-6471

Antes de partir de la casa del arte, Patricia nos dejó cada vez más atónitos por su increíble gentileza. Nos ofreció algo de comer, mas, por el tiempo de trabajo, no pudimos aceptar. Será en otra oportunidad.

Seguro que volveremos a saber más de esta formidable hondureña. Cuando crucemos su camino de nuevo, habrá hecho más proyectos, ayudado a más personas, y, muy probablemente inventado algo nuevo.

Como ella misma bromeó, hasta en su lecho de muerte, en una cama de hospital, verá sus últimas «lucitas» mientras imagina y crea algo nunca antes visto.