REDACCIÓN. Hoy que tanto se habla de migrantes, muros y fronteras, nos ha llegado una pequeña y gran historia que contar. Se trata de la de un marroquí que es hondureño y se siente orgulloso, comienza diciendo el escrito de Honduras is Great.
Esta historia nos hace recordar cuando los europeos no habían llegado a nuestras tierras.
Tiempos en los que los pueblos autóctonos tenían marcados sus territorios, tierras que fueron de antepasados que quizá nunca conocieron. Y de donde prevaleció su lengua, costumbres y culturas de alcances impresionantes, resumido todo en las palabras identidad y orgullo.
Pronto vinieron los de Europa y tomaron como suyo lo que era de los nativos. Además, crearon enormes riquezas y después fundaron países estableciendo fronteras y diferencias raciales.
Un proceso de cambios y de protagonistas principales donde el dueño original de las tierras se convirtió en el invasor. Y donde la peor de las batallas perdidas es el haber relegado el arraigo, el honor y la estima de nuestras propias raíces.
La historia de Ilyas Rhoul
Ilyas Rhoul es un ciudadano de Marruecos que no tiene ningún nexo sanguíneo con Honduras.
Y que se trasladó a vivir a Girona, España, ciudad donde la comunidad hondureña además de numerosa es beligerante y expone su cultura al más alto nivel.
En dicha ciudad Ilyas ha conocido a los hondureños al punto que se ha identificado como tal, al extremo de llegar a decir: ” Yo soy más hondureño, que muchos de los que están en el extranjero, soy catracho nacido en otro país“
Tal ha sido su curiosidad y apego que ha viajado a Honduras en dos ocasiones, viajes que le han fortalecido su amor por este país.
De regreso a su patria Marruecos, ha mantenido su postura y bajo su indumentaria tradicional. Y en medio del desierto porta con orgullo la camiseta de “La H”.
Un simbolismo que muestra ante propios y extraños el amor que siente por un país donde no nació. Donde no tiene cordón umbilical que le ate a estas tierras pero que con el alma respeta. Además, se admira y se siente orgulloso de Honduras y lo que representan los hondueños.
Muchas gracias a Dubania Pineda por enviarnos esta historia que demuestra que para amar a Honduras no se necesita ni siquiera nacer aquí.
Un ejemplo de la hermandad y amistad que debe de existir en todas las naciones del mundo, un sentimiento que trasciende fronteras y muros.
Créditos: Honduras Is Great