TEGUCIGALPA, HONDURAS. Hay fenómenos climatológicos, como las lluvias leves, que son considerados agradables. Sin embargo, hay otros que suponen una amenaza para la vida de muchas personas, o países enteros, y su gran intensidad termina provocando desastres naturales.
En el temible apartado figuran los huracanes, los cuales pueden ocasionar estragos en cuestión de horas. son los fenómenos atmosféricos más violentos que presenta la madre naturaleza.
La ciencia describe al huracán como un sistema de tormentas que circula alrededor de un centro de baja presión y que genera fuertes vientos y lluvias.
Estas tempestades se pueden presentar en cualquier rincón del mundo y Honduras no es una excepción, sino una víctima recurrente.
En las últimas décadas, el país ha recibido la visita de varios huracanes potentes, mismos que han provocado serios daños a la infraestructura, al ecosistema y, sobretodo, a los habitantes.
Cada 20 años
Como si se tratara de una «maldición», a Honduras prácticamente lo ha visitado un ciclón de grandes magnitudes cada 20 años.
En el año de 1974 llegó al país cinco estrellas el huracán Fifí (posteriormente conocido como huracán Orlene) fue un ciclón tropical catastrófico que cobró la vida de un estimado de más de ocho mil 210 personas en Honduras. Se le considera el tercer huracán más mortal de la cuenca del Atlántico.
Poco más de dos décadas más tarde, el agente lluvioso y destructor sería uno de nombre más anglosajón y que se adheriría sin posibilidad de ser borrado de la mente de miles de hondureños: Mitch.
El Mitch fue uno de los ciclones tropicales más poderosos y mortales que se han visto en la era moderna, teniendo una velocidad máxima de vientos sostenidos de 290 km/h.
Pasó por Centroamérica del 22 de octubre al 5 de noviembre en la temporada de huracanes en el Atlántico de 1998.
También causó miles de millones de dólares en pérdidas materiales. Posterior a ese fatídico evento, siempre que caía un aguacero o alguna inundación, la gente popularmente hacía similitudes con el Mitch, punto de referencia que no parecía que podía ser superado.
Eta e Iota
Sin embargo, fue entre el uno de 16 de noviembre, con una intensa -en demasía- actividad ciclónica, que Honduras fue devastada por un dúo de fenómenos.
El primero fue Eta, que ingresó como depresión tropical y luego, sin espacio para recobrar siquiera fuerzas, apareció Iota como tormenta tropical. Ambos se desarrollaron hasta convertirse poderosos huracanes, generando fuertes impactos en varias áreas del territorio.
¿Se repetirá?
Los cuatro fenómenos fueron inmensamente destructivos para Honduras. Pero, una vez superados esos episodios, ¿significa que la población ahora puede estar tranquila por al menos dos décadas más?
La respuesta del experto en cambio climático, César Quintanilla fue contundente y argumentó por qué. «No, claro que no. Lo que venía ocurriendo anteriormente era un proceso cíclico, por tal razón teníamos la certeza de que cada 20 años un huracán caía directo. Ahora, ya estamos en otro escenario de calentamiento global”, expuso.
La temperatura ideal para la formación y fortalecimiento de huracanes es de 26.5°C, dijo Quintanilla. No obstante, actualmente, hay días en los que el termómetro supera los 30°C., situación que contribuye a que el número de tormentas esperado se supere.
«A mí no me queda la menor duda de que, ya sea de manera directa o indirecta, nos va a golpear un huracán. Antes de que contempláramos los escenarios de cada 20 años, nunca antes había pasado que nos llegaran dos huracanes, categoría 4 y 5, seguidos», señaló.
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Aprender de los antecedentes
Si durante el año anterior, 2020, hubo 30 tormentas a pesar de que nada más se esperaban 18, esta vez será necesario y obligatorio aprender de las consecuencias, enfatizó Quintanilla.
Los hondureños, principalmente los que afectó Eta y Iota, no pueden dar lugar a actitudes irresponsables derivadas de la falta de confianza en los meteorólogos o instituciones del Gobierno, advirtió.
Ante la inminente llegada de uno o más tormentas durante los próximos meses, César Quintanilla exhortó a la ciudadanía a que, en caso de la necesidad de evacuar, lo haga a tiempo, para así poder salir sin prisa y poder sacar la mayoría de enseres, aunque priorizando siempre la vida sobre lo material.
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