REDACCIÓN. A pesar de que parece algo imposible, el cáncer de labio existe. Es un tipo de neoplasia maligna que se desarrolla a partir de las células de la piel del labio. Se engloba dentro del cáncer oral, que es el que afecta a las diferentes partes de la cavidad bucal.
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Uno de los factores de riesgo para padecerlo es el tabaco. Como sucede con otros tipos de cáncer de piel, la exposición solar también puede ser un desencadenante del proceso.
A pesar de que el cáncer de labio tiene tratamiento, puede afectar de forma considerable la apariencia y la calidad de vida. Por eso el diagnóstico precoz es esencial. En este artículo le explicamos todo lo que debe saber sobre la patología y cómo identificarla.
¿Qué es el cáncer de labio?
El cáncer es un proceso en el que se produce una mutación en el ADN de las células. Esta mutación hace que las células se comiencen a proliferar de manera incontrolada. Así, invaden y dañan los tejidos circundantes.
El cáncer de labio, como hemos señalado, se engloba dentro del cáncer oral. Es decir, aquellos tumores malignos que se desarrollan dentro de la cavidad bucal. Según explica el Instituto Nacional de Investigación Dental y Craneofacial tiene una incidencia de 53,000 casos al año en Estados Unidos. Sobre todo, afecta a personas mayores de 40 años.
Esta patología, tal y como señala la Asociación Española de Cáncer de Cabeza y Cuello, se forma en las células de la piel del labio. En concreto, en unas llamadas escamosas. Son aplanadas, delgadas y revisten el interior de la estructura anatómica. La mayoría de los casos afectan al labio inferior.
Síntomas del cáncer de labio
El cáncer de labio puede ser muy agresivo. Además, el problema está en que muchas veces requiere cirugía para ser tratado. Este tipo de abordajes afectan la apariencia y la autoestima. Por ello, saber identificar los síntomas tempranos es crucial.
Al principio, puede manifestarse de diferentes maneras. Puede ser una especie de llaga en el labio que no se cura con el paso del tiempo. También aparece como una mancha blanca. Incluso, una especie de bulto o masa.
Según explican los especialistas de la Clínica Mayo, algunas personas experimentan hormigueo, entumecimiento o dolor alrededor de la zona. Esto da lugar a problemas para masticar o incluso hablar de forma normal. En ciertos casos la lesión sangra, si el cáncer se extiende puede haber inflamación de la mandíbula y dolor de garganta.
Causas y factores de riesgo
El cáncer aparece a raíz de mutaciones en el ADN. La causa específica del cáncer de labio no es conocida. Sin embargo, sí se reconocen una serie de factores que aumentan el riesgo de que aparezcan las mutaciones.
Por ejemplo, uno de los más relevantes es el tabaco. El humo de cualquier tipo de cigarrillo contiene numerosas sustancias nocivas para el organismo.
Al tratarse de un cáncer que surge en células de la piel, hay factores de riesgo que se comparten con las neoplasias dérmicas, por ejemplo, la exposición solar. De hecho, esto es un dato fundamental, pues aplicar protección sobre los labios puede reducir la incidencia del problema.
La Fundación Arturo López Pérez explica que otro de los factores de riesgo es el virus del papiloma humano. Del mismo modo, infecciones frecuentes en la zona por mala higiene bucal o antecedentes familiares pueden influir.
¿Cómo se diagnostica el cáncer de labio?
El diagnóstico de cáncer de labio requiere una serie de pruebas para poder determinar de forma exacta el tipo de neoplasia, la extensión y otras características. En primer lugar, es fundamental realizar una buena exploración física. Además, el médico debe conocer si han aparecido síntomas acompañantes.
Cuando se observa alguna lesión en esta zona y hay sospechas de malignidad, lo ideal es realizar una biopsia. Es una prueba que consiste en extraer parte de este tejido. La muestra se observa en el microscopio para comprobar si hay alguna alteración en las células.
La citología exfoliativa también es útil, es menos invasiva que la biopsia. Se obtiene una muestra de la cavidad oral o del labio frotando con un cepillo o un algodón en la zona. Estas células también se examinan en el laboratorio.
Para determinar la extensión del cáncer de labio se necesitan otras pruebas complementarias. Las más empleadas son la resonancia magnética, la tomografía computarizada y la tomografía por emisión de positrones.
Tratamientos disponibles
El cáncer de labio puede tratarse. No obstante, el abordaje varía en función de la localización y extensión del tumor. La cirugía es una de las opciones más empleadas. Sobre todo cuando es localizado y se puede extirpar sin que quede daño residual.
El problema es que, si el cáncer es de gran tamaño, se quita gran parte del labio. Esto tiene una repercusión estética evidente, pero además causa problemas funcionales. Por eso, muchas veces se requiere cirugía reconstructiva para reparar el defecto.
La quimioterapia también puede ser de utilidad, sobre todo si el cáncer se ha extendido a otras partes del cuerpo, se suele combinar con la radioterapia. En la actualidad, para algunas neoplasias, existen medicamentos específicos en función del tipo de cáncer que se presente.
De esta forma se pueden matar las células cancerosas sin producir un daño excesivo en las sanas. La inmunoterapia es otra opción terapéutica similar, se basa en estimular al sistema inmune para que luche contra el cáncer de forma más eficaz.
¿Se puede prevenir el cáncer de labio?
No se conocen con exactitud las causas del cáncer de labio. No obstante, sí se han identificado numerosos factores que aumentan el riesgo de padecerlo. Por eso, la prevención se basa en evitar los desencadenantes.
Una de las primeras medidas básicas es dejar de fumar. Del mismo modo, hay que intentar reducir la exposición solar, sobre todo en las horas pico. Sí se va a tomar el sol o a estar muy expuesto, es fundamental aplicar protección solar en los labios. Por ejemplo, cuando se va a esquiar o a la nieve, ya que se reflecta la luz del sol.
Por último, hay que tener cuidado con las cámaras de bronceado. Son técnicas que emplean radiación ultravioleta, la que se relaciona con un mayor riesgo de padecer lesiones en la piel.
Fuente: Mejor con Salud.
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