CORTÉS, HONDURAS. Hace un año que Eta le arrebató, en pocas horas, lo obtenido con esfuerzo a miles de hondureños que lo perdieron todo, entonces les tocó empezar desde cero, por lo tanto, aún recuerdan lo ocurrido como una pesadilla.
En ese panorama se enmarca la historia de Marisol Soto, una joven de 23 años, que tuvo que ver desde la segunda planta de una casa, como el agua le arrebataba sus sueños, sus esperanzas y sus cosas mas preciadas.
Soto reveló a Diario TIEMPO cómo recuerda aquellos días donde su casa quedó sumergida en el agua y tuvo que refugiarse en otra vivienda ubicada en la colonia Tela, en La Lima, Cortés, mientras estaba totalmente incomunicada y la incertidumbre y angustia se apoderaban de ella.
«Fue una experiencia terrible. Un momento devastador para mi y mi familia. Lo recuerdo con mucho pesar y, definitivamente, fue algo que marcó mi vida, ya que perdí casi todas las comodidades de mi casa y no ha sido tan fácil reponerlas», reveló.
Esta hondureña recordó que estuvieron a punto de que el agua los alcanzara en aquella segunda planta de esa casa, mientras vivía momentos angustiosos.
«Estábamos en una segunda planta y yo solo imaginaba los peores escenarios.
Estuvimos a punto de que nos alcanzara el agua en ese segundo piso, pero gracias a Dios no fue así, pero en mi casa sí cubrió casi el techo. Yo solo miraba cómo el agua subía a una velocidad increíble y me parecía una pesadilla de la que no podía despertar, algo parecido a la parálisis del sueño», indicó.
La buscaron
Marisol pasó aproximadamente 2 días refugiada en una vivienda y mientras había un caos por todos lados, sus amigos, compañeros y familiares se unieron para poder localizarla a través de redes sociales y medios de comunicación.
«Lloré, lloré mucho al ver cómo se conectaron unos con otros tratando de localizarme. Fue muy bonito sentir el aprecio de mucha gente, hasta viralizaron mi desaparición en redes sociales y medios de comunicación. Afortunadamente, logré salir de casa pronto, ya con el agua al pecho pero no sufrí ningún daño físico», contó.
¿Qué pasó después del desastre?
Para esta joven no ha sido fácil recuperarse de la destrucción que causó este fenómeno climático, pues todo ocurrió cuando ella no tenía un trabajo y faltaba muy poco para culminar sus estudios.
«Súper difícil, en ese momento yo estaba desempleada y eso complicó la situación aún más, me sentía muy mal por no poder ayudar a mis papás económicamente», dijo.
La pesadilla que estaba viviendo Marisol parecía no acabar, pues aunque las inundaciones se acabaron le faltaba lo más difícil, reponerse y trabajar por todo lo que perdieron.
Sin embargo, gracias a la colaboración de sus familiares y amigos empezaron a limpiar su hogar, para poder empezar de nuevo.
«Emocionalmente, estoy muy orgullosa de mí, ya que siempre he sido una chica muy sensible pero a la vez muy madura. Claro que mis emociones tuvieron un gran desorden, pero Dios me envió muchas energías y buenas vibras para ir a limpiar mi casa junto a mis padres. Parecía que jamás íbamos a terminar, pero lo logramos con ayuda de algunos vecinos y amigos».
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Lo aprendido
El tiempo transcurrió y a un año del paso de Eta, Marisol lo recuerda como un trago amargo, pero que la ayudó a ser mas fuerte y seguir adelante.
«Creo que la primera lección que aprendí es a disfrutar el presente y lo que tengo. Pongo de ejemplo algo tan sencillo pero con un gran significado: yo tenía mucha ropa nueva, no quería usarla por esperar un momento especial, resulta que nunca me la puse porque las perdí en medio del lodo y desechos que trajeron las inundaciones«, señaló.
Asimismo, esta joven recalca que con lo que vivió, aprendió que lo material es pasajero, mientras se tenga lo más importante, que es la familia. Pero de todo lo malo que pasó, ella indicó que descubrió la solidaridad y la compasión de miles de hondureños.
«Aquí no tuvimos apoyo de gobierno ni de ningún otro político. Simplemente fuimos el pueblo salvando al pueblo«.
«El tiempo ha pasado muy rápido y muchas cosas ya no son como antes, pero no he dejado de ver la misericordia y amor de Dios en todo momento. Muchas cosas no me han salido como lo planeaba, pero también aprendí a agradecer por todo lo que pasa. Tengo la certeza que todo es con un mejor propósito», enfatizó.
Hoy por hoy, esta jovencita se convirtió en una licenciada en Periodismo y sigue luchando día a día para ayudar y apoyar a su familia. Los estragos que le dejó Eta la marcaron, pero nunca la derrotaron.
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