NEPAL. – Una niña nepalí de tres años fue ungida por sacerdotes hindúes como “diosa viviente”. Título que exige su reclusión en un palacio-templo en Katmandú, donde deberá permanecer hasta la pubertad.
Trishna Shakya, había quedado entre cuatro finalistas provenientes del clan Shakya. Ahora, en su condición de ‘Kumari’ o deidad; sólo se le permitirá salir del templo 13 veces al año para celebraciones rituales.
Además, la niña no podrá tocar el suelo con sus pies, ni aun dentro de su casa, por lo que será portada a todas partes.
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El padre de la niña, Bijaya Ratna Shakya, quien la llevó a la ceremonia de iniciación en la Plaza de Durbar -centro histórico de la capital de Nepal-, dijo:
«Tengo sentimientos contradictorios. Mi hija se ha convertido en Kumari, y sin embargo hay un pero también: hay tristeza porque ella estará separada de nosotros«.
La niña fue elegida después de cumplir una serie de criterios estrictos, como, por ejemplo; tener «un cuerpo sin manchas ni cicatrices, un pecho de león y muslos de ciervo«.
Después de pasar esas pruebas iniciales, la pequeña demostró su valentía al no llorar durante el sacrificio ritual de un búfalo.
La Kumari, que significa «princesa» en sánscrito, es considerada la encarnación viviente de la diosa hindú Taleju. Su culto proviene del pueblo Newa, un grupo indígena del valle de Katmandú que mezcla elementos del hinduismo y el budismo.
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Esta tradición ha provocado críticas de activistas de los derechos de los niños. Quienes, opinan que a las Kumaris se les priva de la infancia. El aislamiento social y parental dificulta su educación y desarrollo.