La mayoría de las personas preocupadas por las próximas elecciones están entregadas a cálculos y especulaciones sobre el resultado sin preocuparse por lo que viene después.
La campaña ha sido larga y en los medios se ha hablado más del proceso electoral que de los candidatos, sus ideas, la ideología de los partidos o los programas de gobiernos.
Dos de los principales candidatos han rehuido todo debate que hubiera traído más claridad sobre los propósitos subyacentes de sus partidos en la eventualidad de hacerse con el poder.
Poco se contribuye a la democracia con esta actitud, la poca cultura política, la mediocridad y hasta la vulgaridad va ganando terreno; tras el desencanto aparecen los populismos autoritarios de derecha e izquierda.
Para gobernar bien se necesitan conocimientos, experiencia y un liderazgo cimentado en valores democráticos, republicanos, etc. Para muchos estas ideas parecerán pasadas de moda ante tanta frivolidad diseminada en las redes donde las imágenes sustituyen a los contenidos.
La parte emotiva tiene un gran lugar en estos últimos días, es comprensible el odio que anida la mayor parte de la población contra este régimen, si bien este impulso será un factor determinante, hay que dejar espacio para la reflexión.
Relacionada – Opinión de Larissa Barahona: ¿Por qué eres mi líder?
Para comenzar se debería concebir la política como un oficio para el que hay que prepararse en todos los ámbitos, con especial énfasis en materia económica, jurídica y social. La grave situación en que se encuentra Honduras no está para las improvisaciones o actitudes aventureras.
No se trata de la idea platónica de que el gobernante deba ser un sabio o un filósofo. Una persona con los conocimientos suficientes puede estructurar un buen equipo y ser eficiente en su gestión.
Detengámonos a hacer un breve análisis:
En primer lugar está la propuesta ideológica; por primera vez las tres doctrinas clásicas están en la posibilidad de alcanzar o mantenerse en el poder.
No habría mayor riesgo si los tres partidos estuvieran conformados por líderes de convicciones democráticas, puesto que el límite estaría determinado por la Constitución que garantiza las libertades individuales y la propiedad privada.
En la actualidad pocos socialistas reivindican el modelo comunista, la impostura soviética se desplomó por su totalitarismo y el fracaso económico. La preocupación de los inversionistas es por el grado de intervención del Estado en la economía que un gobierno socialista presupone.
Sin embargo tampoco tenemos actualmente un desarrollo capitalista auténtico. El Partido Nacional ha impuesto en estos años una forma de corporativismo político. Sus más altos líderes han creado su propio grupo económico con recursos ilícitos y han llevado a cabo prácticas mafiosas contra los grupos económicos más importantes para arrebatar negocios o extorsionarlos.
El despojo al grupo Continental, es sólo un ejemplo visible, pero hay otros. Ya lo habían hecho antes los mismos cachurecos, con los capitales alemanes cuando advino la Segunda Guerra Mundial en el que los bienes y patrimonios fueron a terminar en manos de allegados al régimen cariísta.
Lea también – Opinión de Carlos Alvarenga: Consideraciones sobre la alianza
Más importante es poner atención al carácter extremista o moderado de los partidos, este aspecto no se refiere a la ideología, tiene que ver con el concepto de la libertad. Sólo una derecha o izquierda moderada son compatibles con la democracia.
El régimen actual es autoritario, un cuarto período puede dar lugar a la consolidación de una dictadura disfrazada. Igualmente mientras no se aclare qué modelo de socialismo propone Libre la incertidumbre permanece.
Lo cierto es que no lo sabemos lo que pueda pasar con los conservadores o los socialistas a estas alturas, fuera de algunas explicaciones insuficientes faltó debate. Haría falta que nos diga Nasry Asfura cómo piensa desmontar el andamiaje de Juan Orlando o Xiomara Castro como hará frente a las presiones de ciertos sectores radicalizados de su partido.
De lo que no cabe duda es que el Partido Liberal ha sido el único partido democrático y moderado durante la mayor parte de su larga historia.
Y Yani Rosenthal es el candidato con mayor formación y experiencia, tiene la mezcla perfecta para comprender la esfera privada y pública pues ha dirigido más de 30 empresas de todos los rubros: agrícola, financiero, de medios, inmobiliario, industria, comercio y una firma legal. Fue ministro de la Presidencia y jefe del gabinete económico con los mejores resultados en los últimos 30 años, ha sido parlamentario y ocupado todos los cargos de partido. Quizás por eso no quisieron debatir con él ni en la Universidad Privada de SPS ni en el COHEP, como hubiera sido deseable.
Con elevada formación en economía, derecho y política, este hombre caracterizado por su franqueza y su alto sentido de la responsabilidad, pues siempre está presto a asumir las consecuencias de sus actos, ha presentado un programa de gobierno que propone situar al ciudadano en el centro de las preocupaciones, porque la pandemia ha demostrado que si no se atienden las necesidades vitales del individuo en tanto que tal, nada puede funcionar.
Consecuentemente el eje principal del programa está determinado por propuestas sobre el empleo, ingreso básico, la reactivación de la economía mutándola hacia un modelo de exportación y abarca un plan equilibrado en todos los temas principales que serán necesarios para reconstruir al país tras el proceso de desconstrucción llevado a cabo por los nacionalistas en estos doce años de poder arbitrario.
Además – Opinión de Juan Carlos Aguilar: Recuperando la confianza e institucionalidad
Las líneas ideológicas liberales están bien identificadas a lo largo del plan: garantías para las libertades, restaurar el Estado de Derecho, reformar y descentralizar la administración, economía de mercado, atender las necesidades primarias del pueblo con urgencia para volver a la normalidad en la salud y educación, sin descuidar lo demás.
Yani ha sido claro sobre sus propósitos y ha manifestado que siempre han existido planes de gobierno, pero nunca se implementan. Faltan la voluntad y la eficiencia, mientras no haya correspondencia entre el plan y el presidente, habrá desacoplamiento entre intención y realidad.
Si la razón nos hace concluir que más del 70 % de la población desea sacar al Partido Nacional del poder y solo dos fuerzas se disputan ese electorado de oposición, el Partido Nacional ya está derrotado.
Llegados a un momento crucial para cambiar el rumbo de la historia de esta torturada geografía y acongojado pueblo, es posible entonces decidir sin desesperación. Una vez alejada la preocupación del continuismo se trata de elegir al mejor para gobernar, al partido que armonice y dé estabilidad pero a la vez no olvide las ingentes reformas que se necesitan.
Lunes 22 de noviembre
Nota para nuestros lectores:
? Suscríbete gratis a más información en nuestro WhatsApp. Haga clic en el enlace: https://bit.ly/2Z2UF3j.