¡Vaya! En algo estoy de acuerdo con el presidente salvadoreño Nayib Bukele: la OEA ya es un organismo desfasado que ha hecho méritos para ser sustituido por uno acorde a los tiempos.
Ahora bien, aclaro que el presidente lo dice porque a él, como a todo dictador de este continente, le molesta que exista un organismo multilateral que emita opiniones que le irritan, sobre todo cuando lo señalan de abusar del poder, de estar destruyendo la democracia, de violar los derechos humanos.
Yo sí creo que la OEA ha sido tan decepcionante a lo largo de sus años, que aquellas cosas que ha hecho bien, se diluyen y no hacen peso para que en la balanza de los acontecimientos pudiera salir no tan mal parada. Ha fracasado en lo más importante: defender la democracia y ser la voz líder con acciones concretas, contra dictadores de izquierda, de derecha, militares, etc., o contra dictaduras de partido como el PRI o el Partido Colorado.
Ha sido su papel tan escuálido, timorato, cómplice incluso, que me dio mucha risa cuando a raíz del golpe de Estado del 2009 en Honduras, a las 24 horas, el entonces secretario general, José Miguel Insulza, vino personalmente en un avión contratado exprofeso, a entregar la notificación al gobierno provisional que el país estaba suspendido. ¡Oigan! Con los pequeños si se ensaña la OEA.
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Esa suspensión llevaba consigo muchas implicaciones, en primer lugar, la no participación en las asambleas generales y, por lo tanto, estar marginado sobre las decisiones sobre el continente. En segundo lugar, todas las ayudas que por medio de la OEA se canalizan quedaban suspendidas, y parecería poco, pues en eso de dinero siempre pensamos en el BM, FMI, BID, AID, etc., pero una suspensión de la OEA implica que estos organismos también lo marginan al país.
En tercer lugar, las colaboraciones académicas, tan importantes para estudiantes y profesionales, quedaban vedadas para los hondureños. En cuarto lugar, las ayudas técnicas, que pasan invisibles, pero son importantes en muchas materias, entre ellas, agrícolas, tecnológicas, etc., también se suspenden.
Solo alguien que no sabe puede decir que una suspensión de un organismo internacional tan desprestigiado no importa. ¡Claro que sí importa!
Ahora bien, volviendo al punto, una de las razones de su existencia es evitar que los regímenes militares que tanto daño causaron en la región, en un principio desaparecieran, o al menos suavizaran su mano dura y, una vez sustituidos por civiles a partir de los 80, que las dictaduras no volvieran nunca jamás a aparecer en Latinoamérica. La Organización fue una tremenda ayuda en ese sentido con sus capacitaciones, asesorías, acompañamientos, como observador de procesos electorales. Hay que poner atención a todo esto, porque al pasar revista de sus cosas buenas, no deja de dar tanta tristeza que al fin no sirva para lo que fue creada.
Los partidos políticos dirigidos por civiles han sido por demás decepcionantes, tanto de izquierda como de derecha, tanto así que a mí me da la impresión que pareciera que nuestros políticos en este subcontinente son de tercera categoría, sus capacidades mentales merman con la obtención del poder, todos sus cimientos éticos, morales y hasta religiosos se desmoronan y se van por la corriente de aguas sucias hasta parar en el sistema de alcantarillas, y su devoción por el dinero sucio, mal habido, el saqueo de los erarios públicos, llegó a niveles asquerosos, sin olvidarnos de sus convivencias con el crimen organizado, como sucede ahora con Andrés Manuel López Obrador y su innegable ayuda y complacencia con los narcos, como sucedió con Juan Orlando Hernández Alvarado, involucrado directamente con los narcotraficantes, y con Nicolás Maduro, y su servilismo para el cártel de Los Soles, bueno, y por qué dejar a un lado a Ernesto Samper que incluso negoció directamente con los narcos el dinero que recibiría de ellos para su campaña…dejando grabaciones que lo acusan.
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Toda esa barbarie ha hecho que los países caigan en manos de demagogos o extremistas. Esa ineptitud para gobernar y esa audacia descarada para robar, han hecho que el electorado se vaya a las extremas, ya sea por un Bolsonaro o Uribe de enfermiza derecha, ya sea por un Pedro Castillo, Daniel Ortega. Hugo Chávez, y ahora llega otro desvelado de izquierda: Gustavo Petro.
El caso de Nicaragua es el más angustioso. Aprovechando lo bajo que cayó Arnoldo Alemán, que tuvo que negociar con los sandinistas para que el peso de la ley por todos sus robos le fuera leve, terminó cediendo el poder a Daniel Ortega que en verdad se saltó todas las bardas. ¿Y la OEA? Muy bien, gracias.
Si ese organismo no puede defender la democracia, llegará a ser de facto sustituida por organizaciones tremendamente politizadas como el Foro de Sao Paulo, con mucha más injerencia que la OEA en la política en los países, o como el Grupo de Lima, que aún no despega como una organización continental de derecha.
La OEA está siendo víctima de su propia ineptitud, y eso no es bueno, pero pareciera que sus días están contados, ya sea desaparezca, ya sea quede como un cascarón.
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