El ex presidente estadounidense, Abraham Lincoln, dijo: «La democracia es el gobierno del pueblo, por el pueblo y para el pueblo». Entender ese concepto y tener conciencia de ello, es de vital importancia para que toda nación como la nuestra, pueda vivir en una auténtica democracia. No obstante, si bien es cierto, que en su origen un gobierno surge a través del voto directo del pueblo, y por el pueblo, que bien o mal, expresa su voluntad en las urnas periódicamente; lo cierto, es que el verdadero problema para el pueblo surge porque en nuestro modelo político de democracia representativa, los grupos fácticos de poder económico y político (no todos los que lo integran), se apropian de los Poderes Constituidos, es decir, el Poder Ejecutivo y el Poder Legislativo, y a través de éste último principalmente, elijen a la Corte Suprema de Justicia y al Fiscal General de la República, para conjuntamente con El Poder Ejecutivo, al terminar de nombrar a todas las cabezas de las demás instituciones republicanas, controlar de esa manera, todo el poder político y ejercerlo en favor de los poderes fácticos, afianzando con ello, todo un modelo económico extractivista y rentista en favor de ellos.
Así que, el gobierno que debería ser «para» el pueblo ya no lo es. Esos poderes fácticos a través de la compra de conciencia de muchos diputados en el Congreso Nacional de la República, año tras año, han ido creando y perfeccionando en nuestro país, todo un sistema de corrupción e impunidad en favor de ellos y no del pueblo. Habiendo llegado hasta punto del planteamiento de nuestro problema en la vida democrática y republicana de nuestra nación, nos daremos cuenta que en 199 años de supuesta vida independiente, nunca hemos tenido una auténtica vida democrática y republicana en favor del pueblo.
Es por eso, que al actual gobernante autócrata, Juan Orlando Hernández Alvarado, le interesa muchísimo, controlar el próximo Congreso Nacional de la República, lo cual logrará sin dudas, si su partido político, el Partido Nacional, lograse obtener al menos, el número mágico de 55 diputados, porque sumando diputados de los partidos pequeños afines a su partido, más un grupo de diputados del lado oscuro del Partido Liberal, podría alcanzar el otro número mágico de 65 diputados, que se necesita para nombrar toda la Junta Directiva del próximo Congreso Nacional de la República.
No se debe dudar que esto es de vital importancia para el actual gobernante Juan Orlando Hernández, porque ya ha sido señalado por la Fiscalía del Distrito Sur de Nueva York, en EEUU, como co- conspirador (CC-4) en el tráfico e introducción de droga a gran escala a ese país, en el marco del juicio que se le hizo a su hermano, Antonio Hernández Alvarado. Él sabe muy bien, que esa es su única tabla de salvación en su naufragio vital, para impedir una futura extradición hacia EEUU, y para eso necesita continuar con el control total de todas las instituciones republicanas del Estado.
No debe caber la menor duda, que a Juan Orlando Hernández, no le interesa tanto controlar el próximo Poder Ejecutivo, lo que le interesa es el control del próximo Poder Legislativo, que aproximadamente, tres años después de instalado el próximo presidente de la República, elegirá la Nueva Corte Suprema de Justicia y al Fiscal General de la República. Taimado como es, ya debe estar calculando que, al seguir controlando todas las instituciones republicanas del Estado, hará imposible un buen gobierno pospandemia, y naturalmente, su partido, retornará al poder, para seguir controlando el poder totalmente.
Es por eso, que la oposición política tiene que llegar a un gran acuerdo de unidad interpartidaria total, incluyendo el de una planilla unificada de candidatos de diputados al próximo Congreso Nacional de la República, por departamento; y lograr de esa manera, el número mágico de 86 diputados, para poder impulsar un proceso constituyente, con el sano propósito de reorganizar la cuarta república, defenestrando a la actual Corte Suprema de Justicia, espuria, y al actual Fiscal General de la República, lo mismo que al resto de las cabezas de las instituciones republicanas, nombrando lógicamente ,a personas comprometidas con los intereses de toda la nación y no de unos pocos corruptos, como sucede actualmente.
La mayoría de los hondureños ni siquiera saben que cuando votan para candidatos a diputados en las elecciones primarias de su partido, están determinando prácticamente, quiénes serán los que tendrán posibilidad de convertirse en diputados en el Congreso Nacional de la República, próximo a conformarse, porque los únicos que tienen posibilidad de ser electos en las elecciones generales, son los que al final queden en los primeros lugares de su partido, en la elección primaria, porque ya en la elección general, cada diputado de partido, sale conforme al cociente electoral y no por el más votado como en las elecciones primarias; fue por eso, que el Partido Nacional, logró obtener 61 diputados en las elecciones generales pasadas, porque los nacionalistas votaron en bloque mediante una raya continua promocionada ilegal e inmoralmente en televisión, por el actual gobernante, Juan Orlando Hernández Alvarado.
¿Lo recuerdan? Entonces, si los partidos políticos de oposición desean obtener el número mágico de 86 diputados, para poder efectuar la reorganización de la República, mediante un proceso Constituyente, tendrán que buscar un consenso para lograr una planilla única de diputado en cada departamento del país, tomando en cuenta proporcionalmente en base a su caudal electoral, el número de puestos que le correspondan de acuerdo a una eventual gran alianza política, porque esos puestos se los tienen que quitar al Partido Nacional, conforme al cociente electoral. Si dispersan su voto en candidatos a diputados por cada departamento, al que le facilitan las cosas es al Partido Nacional, tal y como sucedió en la elección general pasada.
Es por eso, que el movimiento sin cabeza del gobernante Juan Orlando Hernández Alvarado, impidió que la nueva Ley Electoral se aprobara en el Congreso, ya que él necesita ganarse toda la simpatía de los pequeños partidos políticos emergentes, para que con sus diputados electos en una próxima elección general, le ayuden a controlar totalmente al próximo Congreso Nacional de la República, por todo lo anteriormente apuntado.
Así pues, Honduras necesita que los diferentes líderes políticos de oposición se vayan poniendo de acuerdo para que ese gran monstruo político, como una especie de Leviatán, el gran monstruo marino mitológico, en que se ha convertido el actual gobernante Juan Orlando Hernández; no termine tragándoselos uno por uno.
San Pedro Sula, 14 de septiembre, de 2020.
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