SAN PEDRO SULA. El pastor Alexander Pineda tuvo a Jesucristo como su guía durante casi una década. Su matrimonio, pobre pero firme, era un ejemplo en la comunidad.
El, el pastor Alexander, dirigía a una pequeña congregación en Colón, un departamento del Atlántico de Honduras, bautizada como «Fuente de Luz», un nombre inspirado en la Fé.
Su vida cristiana y personal caminaba por el sendero marcado por las cosas de Dios.
Tenía una esposa cristiana, dos pequeños hijos varones y en el vientre de su mujer ya se gestaba el cuarto miembro de su familia.
Pero de repente la «debilidad de la carne» cambió la vida del pastor Alexander, el rumbo de sus iglesia y la estabilidad de su familia.
Los ojos del del pastor Alexander comenzó a fijarse en una agraciada joven que llegaba a la Iglesia y su mente comenzó a alejarse de la Palabra de Dios y olvidarse de los mandamientos.
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Alexander dejó de ser pastor y decidió marcharse con la joven que llegaba a su iglesia, había tomado la decisión de iniciar un nuevo hogar y destruir el suyo, dejar en la calle a su esposa Nohemi Cardona, a sus dos hijos varones y al tercer hijo que nació en medio de este drama familiar.
Ante esa desgracia, Nohemi Cardona no guarda rencor a su esposo.
«Yo no soy nadie para juzgar y como Dios dice, que el que esté libre de pecado que lance la primera piedra», dijo en forma pausada Nohemi.
«Yo se que Dios no desampara», agregó con la humildad que caracteriza a las mujeres del interior del país.
Pero a Nohemi Cardona Dios no la ha desamparado: los vecinos le han proporcionado un pequeño cuarto y una cama para que pueda vivir en estos momentos críticos.
También han recolectado alimentos, medicinas, ropa y algún dinero para que pueda sostenerse y más aún cuando está amamantando a su nuevo vástago.
Sin duda, vienen días difíciles para Nohemi y sus hijos, pero hasta ahora Dios no la ha desamparado, como ella dice.