SANTA ROSA DE COPÁN. Hablar de Enrique Matute, mejor conocido como «Quique», deleita a sus amigos y conocidos de esta localidad de Honduras.
«Naangas, naangas» dice «Quique» todos los días en el interior de los buses de la terminal de Santa Rosa de Copán. Esta es la cruda realidad que le ha tocado enfrentar al menor, la probreza lo ha expulsado de una educación y de una vivienda digna.
«Quique» encanta a los turistas que viajan de distintas parte de Honduras o fuera de nuestras fronteras, con un par de bolsitas en la mano, este chiquitín vende naranjas a todo ciudadano que llega a la terminal de la ciudad colonial.
Pese a no vivir en comodidades, Enrique sonríe a la vida con su mejor estilo, lucha desde muy temprano para vender el producto que le permite tener un par de ingresos.
Para algunos, este niño permanece en el anonimato, para otros ya se hizo una costumbre verlo en la calles del occidente, «negrito» por el inclemente sol, ropa rota por falta de dinero, así observan todos los días a este hondureñito.
Sin duda, Enrique sigue siendo un niño producto de la miseria que por una u otra razón sujeta nuestro país.
Ojalá y algún día este niño pueda recibir un luz de esperanza que le ayude a ser un ejemplo de vida y superación.
Es apenas un niño de aproximadamente 6 años de edad, se sortea a todo tipo de peligros en la calle. «Quique» transita día día las calles de Santa Rosa, subsistiendo de lo poco que vende y las miradas de lástima de las personas que lo ven.
Aunque llueva, truene o relampaguee, él se ubica cerca de los autobuses con la esperanza de vender las naranjas, con sus pies descalzos, un pantalón sencillo y una camisa curtida, busca a toda costa el pan de cada día.
Su experiencia entre los automotores parece fácil, aprovecha que los buses paran para acercarse a ofrecer el producto.
La historia «Quique» es similar a la de centenares en nuestro país. Algunos son utilizados por los adultos que les montan vigilancia para quitarles el dinero y que no escapen antes de cumplir su jornada; otros ayudan a sus padres, en este caso, se desconocen las verdaderas razones del por qué hace lo que hace.
DATO
En la actualidad los menores de la calle de entre 5 y 18 años no cuentan con un centro para poder refugiarse del peligro y del frío de la noche.
MÁS
-Cuando lo vimos dentro del autobús le preguntamos: ¿Amiguito cómo te llamas?
-Con carita de inocencia nos dijo: «Me llamo Quique».
-Deberías estar estudiando le dijimos, a lo que respondió… «es que no tengo pesos».
NOTA: Si desean ayudar a este niño, pueden comunicarse a los teléfonos de nuestras oficinas de Diario Tiempo en San Pedro Sula ; área web de redacción. Contactos: 2540-3388 y 2231-0413.
Video para reflexionar:
Redacción web: Jerson Trigueros
