Redacción.- Cocinar al vapor es una técnica muy antigua repleta de ventajas. Además de resultar muy saludable, también puede ser muy apetitosa, rápida y económica. Esta es una de las técnicas culinarias más antiguas del mundo, pero no por ello ha perdido ni una pizca de atractivo.
Los beneficios de esta técnica de cocina son numerosos, tanto desde el punto de vista dietético puramente, como de sabores y texturas, ya que al no intervenir el fuego directo, el alimento cocinado se acerca mucho más a su estructura.
Por eso te contamos cuáles son los beneficios de cocinar tus alimentos al vapor:
Los alimentos no cambian su textura
Esto se debe a que, al cocerse en una atmósfera saturada de humedad, el producto no se deshidrata y conserva en su interior todo su jugo.
Se pierden menos nutrientes
Las células de la carne tienden a romperse menos al no exceder la temperatura los 100 grados Celsius, con lo que se respetan los tejidos y estos retienen los jugos celulares. Por esta razón, no se recomienda la cocción de carnes con alto excedente de agua, como son las de vacuno, ovino, etc.
Se conservan las vitaminas termosensibles
Así es, si cocina a una temperatura menor a los 100 centigrados, las vitaminas que se destruyen con el calor, como la C, A y carotenoides, E, B5, ácido fólico, B1 y K, no sufren y pueden llegar a nuestro estómago íntegras.
Se cocina sin aceites calentados ni grasas añadidas
Otro de los beneficios es que al cocinar sin aceite, se evita la ingesta de grasas extra que, además, suelen estar desnaturalizadas por el calor. Estas suelen ser dañinas para nuestros organismos.
Se evita la formación sustancias cancerígenas
Las sustancias cancerígenas se crean en la combustión de la materia orgánica a altas temperaturas, cosa que no sucede en la cocción al vapor, que crea muchos menos radicales libres que el fuego directo.
Los alimentos se conservan mejor
Al no haber destrucción de la materia orgánica ni liberación o condensación de jugos, el alimento se conserva seco en su capa exterior y jugoso en las interiores. Esto dificulta la entrada de microorganismos que puedan prosperar eventualmente. Esto no quiere decir que no debes de guardar los alimentos en la refrigeradora.
La limpieza es más sencilla
Esta es una ventaja que no es nutricional pero sí práctica. Precisamente la inexistencia de jugos resecos evita las incrustaciones en las superficies que tanto trabajo cuestan de quitar.
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