TEGUCIGALPA, HONDURAS. El rubro del transporte está siendo fuertemente golpeado por la ola de violencia que impera en el país, y es que, en los últimos meses, tras la reapertura de la economía, varios conductores han sido ultimados.
Desde atentados a motoristas en horarios laborales, sobre la marcha o mientras hacen alguna parada, asesinatos antes de comenzar a trabajar y taxistas ultimados en ‘puntos’, casi todos los crímenes, cometidos por sicarios a bordo de motocicletas.
La dirigencia del transporte lleva ya varios meses solicitando seguridad para sus empleados, pero aún no tienen una respuesta favorable. Los asaltos, muertes de conductores y extorsión siguen a la orden del día. Jorge Lanza, dirigente del sector, señaló que durante este 2020 alrededor de 40 empleados del transporte han perdido la vida a causa de la violencia que azota a Honduras.
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Dificultad del 2020 para el rubro
El 2020 ha sido un año complicado para los transportistas. En marzo tuvieron que parar sus funciones por las restricciones derivadas de la pandemia del COVID-19, lo que ocasionó que los dueños de las unidades tuviesen una gran caída en sus finanzas. Al reactivarse la economía y volver a funciones de una manera ordenada, la ola de violencia tomó fuerza otra vez.
«Aproximadamente unos 40 empleados del transporte han perdido la vida por la violencia», lamentó Lanza. La cifra es bastante alta, poniendo en contexto la paralización de labores durante varios meses.
Por si fuese poco, no sólo la violencia ha afectado el rubro, sino que también las tormentas tropicales, pues muchos transportistas perdieron sus viviendas, y además, otros han sido víctimas del COVID-19. «Varios dirigentes han perdido la batalla en los hospitales por el coronavirus. Esto nos duele mucho, por eso le pedimos a Dios que esto se detenga», agregó Lanza.
Sin capacidad policial
Por otro lado, el transportista opinó que Honduras tiene limitantes en el número de agentes policiales para dar seguridad toda la población que usa el transporte público y a los propios trabajadores.
Uno de los asesinatos más recientes ocurrió cuando, en Tegucigalpa, un motorista iba en marcha y sujetos desconocidos le dispararon en reiteradas ocasiones. Miembros del Cuerpo de Bomberos intentaron salvarle la vida, pero fue imposible.
En noviembre pasado, en Danlí y la ciudad capital, cuatro conductores de autobús fueron atacados a disparos en un mismo día: tres sobrevivieron y uno perdió la vida al instante.
La problemática no es reciente. Desde hace varios años varios choferes, ayudantes y dueños de buses han muerto de manera trágica a consecuencia de la violencia.
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