“Una nación sin fronteras, no es una nación”, dijo Trump al explicar su visión de futuro para EEUU, y las prioridades y retos para la seguridad nacional, comenzando por el comercio y la lucha contra grupos terroristas islámicos.
“Esta estrategia reconoce que no podemos asegurar nuestra nación si no aseguramos nuestras fronteras. Por ello, por primera vez, nuestra estrategia estadounidense ahora incluye un plan serio para defender nuestra patria”, señaló.
Ese plan, pendiente de aprobación en un Congreso altamente dividido, incluye la construcción de un muro en la frontera sur, un fin a la “inmigración en cadena” –el término que usan los ultraconservadores opuestos al sistema de reunificación familiar, vigente desde 1965-, y la eliminación de la “horrible lotería de visas”.
También incluye, según precisó Trump, el fin de resquicios legales que debilitan la aplicación de las leyes. También un firme apoyo de los agentes de la Patrulla Fronteriza, de la Oficina de Inmigración y Aduanas (ICE). Igualmente a todo el personal del Departamento de Seguridad Nacional (DHS).
Es que, al prometer que pondrá freno a la entrada de presuntos terroristas a como dé lugar –eliminando la “lotería de visas” o aumentando el escrutinio de posibles refugiados-, Trump no menciona que su propio DHS ha reconocido que la mayoría de atentados en EEUU ha sido a manos de estadounidenses, o de extranjeros radicalizados en este país.
En declaraciones a este diario, Francisco Pelayo, portavoz del Partido Demócrata, dijo que Trump debió ofrecer un “liderazgo real” con “un plan detallado sobre cómo mantendrá la seguridad”.
En cambio, lo que ofreció a los votantes ha sido una “visión pesimista” del país, con la que busca “justificar su odio contra los musulmanes y otras comunidades de inmigrantes”, agregó.
Poco antes de su discurso de media hora en el edificio “Ronald Reagan”, la Casa Blanca difundió un documento de 55 páginas que detalla los cuatro pilares de la estrategia denominada “EEUU Primero”: la defensa de la soberanía nacional; la promoción de su prosperidad económica; la “paz a través de la fuerza”, y el avance de la influencia de EEUU en el mundo.
Trump ganó la presidencia con promesas de renegociar el Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLCAN). Es decir sacar a EEUU del pacto si no se logra un acuerdo “más justo”. Sin embargo, al detallar su estrategia, guiada por “un realismo con principios”, Trump jamás mencionó en su discurso a México. Tampoco a ningún otro país de América Latina por nombre.
El documento de la Casa Blanca sí asegura que EEUU y sus socios “tienen oportunidades” . Esto para trabajar con países en Africa, América Latina y Asia, “para realizar su potencial como estados prósperos y soberanos que rinden cuentas a sus pueblos”.
Pero, curiosamente, menciona a Canadá pero omite por completo a México. Con este país comparte una frontera de 3,200 kilómetros con EEUU. Además es uno de sus principales socios comerciales dentro del TLCAN.
En cuanto a los retos en la región, el documento destaca que las pandillas, carteles de la droga y demás organizaciones del crimen organizado siguen perpetuando la violencia y la corrupción, y “amenazan la estabilidad” en Centroamérica, incluyendo los tres países del “Triángulo del Norte”, Guatemala, Honduras y El Salvador.
En ese sentido, activistas pro-inmigrantes aseguran que la política exterior hacia EEUU envía mensajes contradictorios. Por un lado, la Administración reconoce los factores que alimentan la emigración ilegal. Pero, por otro, le niega a los migrantes el derecho a solicitar refugio, o los victimiza de nuevo al mandarlos a centros de detención.
Respecto a Venezuela y Cuba, el documento señala que los gobiernos de ambos países “se aferran a modelos autoritarios. También modelos anacrónicos que siguen fracasándole a su gente”.
Trump y Rusia y China
China y Rusia, mientras tanto, se han abierto espacio en la zona, apoyando “la dictadura en Venezuela. Lo hace intentando ampliar sus vínculos militares y venta de armas en toda la región.
Además, China busca aumentar su influencia. Lo hace a través de inversiones promovidas por Pekín, mientras Rusia continúa sus “políticas de Guerra Fría”. Lo hace al apoyar a sus aliados cubanos en la represión de sus ciudadanos, dijo el documento.